Cuando despierto y me sacudo la entumecida quietud

siento un hambre rugiente y dolorosa por ti

cada día más imposible de ignorar

como un mendigo que recibe comida por primera vez

le duele el estómago

es esto cielo o infierno

ladrón de mi suerte

espero con impaciencia el fin del mundo

para tener de nuevo tus manos puras incansables

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