A mi madre le gustaba Joni Mitchell. La escucho por primera vez y me gusta también, y eso me enfurece, que me recuerde a ella. Ella me dio la vida, me dio un comienzo, clases de arte, clases de patinaje y clases de piano que no me gustaban. Tengo sus mismos intereses en viajar y el comunismo. Tengo su cabello, su nariz. Tengo su sentido del humor. Tengo sus palabras afiladas.
Pero mi bondad y mi valentía, mi independencia y mi libertad son mías. Mi escritura es mía. Mi motocicleta, mis músculos y mis recuerdos de supervivencia. Solo estaba enojada por las cualidades que eran mías y que pensaba que le pertenecían a ella.
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