Muchas casas se construyen de afuera hacia adentro, pero él construyó su hogar de adentro hacia afuera. Dormía en el suelo de la cocina sin terminar, se despertaba y se iba a trabajar al mismo lugar al que volvía noche tras noche. Me invitó a vivir con él en la misma casa que él mismo construyó.
Muchas de mis relaciones intentaron construirse de adentro hacia afuera, empezando por el impulso. Muchos hombres intentaron tirar y retorcer mi corazón. Me mantuvieron despierta con su hambre y sus lágrimas y se negaron a dejar habitaciones que no podían pagar. Pero él me dio refugio, comida y brazos constantes. Me miró con ojos pacientes. Su risa me hizo cosquillas como el agua en los pies descalzos. Me amaba desde afuera hacia adentro y por eso me enamoré. Es raro encontrar un hombre que pueda construir una casa y aún más raro encontrar un hombre que sepa amar, pero esa era su forma de rebelarse y hacer las cosas de manera diferente.
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