
El tiempo me tenía atrapado
De vuelta en esa ciudad en la que ya no quiero vivir
En pequeñas conversaciones que tuvimos en un español entrecortado
Contándome tus secretos como si fuera lo suficientemente fuerte como para sostenerlos
Como piedras en mis bolsillos
Cuando era joven mi papá me regaló piedras similares
Las sostuve con fascinación
Su superficie lisa, fría al tacto, frío como su corazón
Fuego ocre Ira ardiendo por dentro
Pedernal negro como la boca de lobo y obsidiana
Mis dedos suaves se niegan a soltarlos
No me di cuenta de su pesadez hasta ahora
Ahora que mis rodillas ya no pueden levantarse del suelo
Me senté desesperado viendo a otros pasarme en su carrera
Un día me encontré con un ladrón en el camino
Llevaba una máscara
No reconocí su rostro
Le pregunté su nombre y se rió
Me robó mis piedras a punta de pistola
Le grité: maldijo el día en que nació
Pero cuando pude sentir el familiar vaivén del movimiento, del ímpetu
Le di las gracias por enseñarme su baile
Que solo los ladrones conocen
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